Una nueva medida impulsada por la administración del expresidente Donald Trump ha generado alarma entre la comunidad académica global. La reciente orden del Departamento de Seguridad Nacional (DHS, por sus siglas en inglés) busca obligar a miles de estudiantes internacionales matriculados en Harvard a transferirse a otras instituciones, so pena de perder su estatus migratorio en Estados Unidos. El impacto ha sido inmediato: incertidumbre, protestas y una creciente preocupación entre alumnos actuales y aspirantes de todo el mundo.
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Harvard, Boston, Massachusetts - Foto: Pascal Bernardon / Unsplash |
Un fallo judicial frena temporalmente la medida
El viernes pasado, un juez federal bloqueó temporalmente la implementación de esta política mientras se resuelve una demanda presentada por la universidad. Aunque la decisión ofrece un respiro, el futuro de aproximadamente 7.000 estudiantes extranjeros —la mayoría en programas de posgrado— sigue siendo incierto. Muchos temen verse forzados a abandonar sus estudios o enfrentarse a una compleja reubicación académica en medio del ciclo lectivo.
Acusaciones del Departamento de Seguridad Nacional
En una carta oficial, la secretaria de Seguridad Nacional, Kristi Noem, justificó la medida argumentando que Harvard no cumplió con solicitudes previas para entregar información sobre su alumnado internacional. Además, acusó a la universidad de mantener un entorno académico “inseguro para estudiantes judíos”, de promover “simpatías pro-Hamas” y de sostener políticas de diversidad “racistas” bajo el marco de equidad e inclusión.
Reacción global y cuestionamientos a la administración Trump
La iniciativa ha sido duramente criticada por organismos educativos, defensores de derechos humanos y diplomáticos de varios países. Consideran que la medida va más allá de una simple cuestión migratoria y responde a una agenda política que pone en riesgo la integridad de las instituciones académicas estadounidenses y su reputación global.
Para Harvard, históricamente reconocida como un epicentro de excelencia y diversidad académica, este intento por limitar su capacidad de recibir estudiantes del extranjero representa un ataque directo a su esencia. A nivel global, la medida ha despertado inquietudes sobre el futuro de la educación internacional en Estados Unidos y la posible politización de las universidades bajo futuras administraciones.