Bob Baffert regresa al Kentucky Derby tras una suspensión cargada de tensión e investigaciones privadas

 El entrenador más reconocido de las carreras estadounidenses vuelve al foco público mientras la industria lucha por explicar sus prácticas de medicación y bienestar animal

Kentucky Derby
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El regreso de Bob Baffert al Kentucky Derby este sábado marca un nuevo capítulo en una saga que ha sacudido los cimientos del mundo hípico estadounidense. Suspendido tras el escándalo del positivo de Medina Spirit en la edición de 2021, el afamado entrenador vuelve con Citizen Bull, un caballo sin favoritismo, pero con el peso simbólico de una industria aún envuelta en dudas y divisiones internas.

Baffert, seis veces ganador del Derby y figura dominante en las pistas, se convirtió en el rostro de una polémica nacional cuando Medina Spirit dio positivo por betametasona, un antiinflamatorio permitido durante el entrenamiento pero prohibido en día de carrera. La reacción fue inmediata: Churchill Downs lo sancionó por tres años y contrató una firma de inteligencia privada para investigar a fondo sus prácticas.

Investigación encubierta y tensiones internas

La firma 5 Stones Intelligence —conocida por colaborar con el FBI en casos de dopaje ecuestre— se infiltró en el entorno de Baffert, vigiló su casa en La Cañada, California, y hurgó en la basura de su exasistente Tim Yakteen, quien entrenaba algunos de sus caballos durante la suspensión. Yakteen, alarmado por el incidente en plena madrugada, llegó a presentar una denuncia policial creyendo que su familia estaba siendo acechada para un posible robo.

Sin embargo, tras meses de vigilancia, no se encontró evidencia concluyente de dopaje con sustancias prohibidas. Las sanciones previas de Baffert estaban relacionadas con fármacos terapéuticos legales en entrenamientos, no con potenciadores ilegales. Otros entrenadores de élite, como Todd Pletcher, acumularon incluso más positivos en años recientes sin sufrir un castigo mediático comparable.

Una industria dividida entre tradición, regulación y percepción pública

El caso Baffert ha evidenciado la compleja relación del hipismo con la medicación. En un deporte históricamente asociado con el uso de fármacos —al punto de que el término “dope” se originó en las pistas—, la línea entre lo permitido y lo prohibido resulta confusa para el público general, que a menudo reacciona con indignación ante cualquier positivo sin distinguir entre dopaje y uso terapéutico.

Animalistas denuncian que se enmascara el dolor para correr caballos lesionados, mientras profesionales defienden estas prácticas como parte del manejo ético de un atleta equino. La implementación de una ley federal en 2020 para estandarizar las normas ha reducido las muertes en pista, pero aún enfrenta resistencia en algunos estados y mantiene permitido el uso de múltiples sustancias bajo criterios específicos.

El retorno de una figura polarizante

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La reincorporación de Baffert al Derby, tras aceptar públicamente su responsabilidad en el caso Medina Spirit, ha generado reacciones mixtas. Algunos colegas lo respaldan y señalan un castigo excesivo; otros lo rechazan abiertamente, como lo demostraron los abucheos durante el sorteo de posiciones esta semana.

Para el propio Baffert, la sanción nunca fue justa. “El sesgo contra mí es horrible”, declaró en 2023. “Lo único que me sostiene es saber que no hicimos nada malo. Tratábamos una irritación en la piel. No fue lo que dijeron.”

Este sábado, cuando Citizen Bull pise la pista de Churchill Downs, no solo estará en juego el resultado de una carrera: será una prueba más para un deporte que aún intenta redefinir su imagen ante el ojo crítico del público moderno.


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