Entrevista exclusiva con José Rafael Cordero Sánchez: El grito musical de una nación en crisis

 Con motivo del polémico y potente lanzamiento de su álbum “Odio a Maduro”, el artista y activista José Rafael Cordero Sánchez nos recibe en Dallas para una conversación intensa sobre el dolor, la resistencia y la dignidad convertida en música. Siete temas que no solo denuncian, sino que buscan despertar conciencia y conectar con el alma de un país que no se rinde.


José Rafael Cordero Sánchez
José Rafael Cordero Sánchez: El grito musical de una nación en crisis


  1. José Rafael, “Odio a Maduro” es un título directo, visceral y desafiante. ¿Qué significados personales y colectivos encierra para ti ese nombre?

“El título ‘Odio a Maduro’ no es un impulso vacío, ni una provocación gratuita. Es una síntesis de años de dolor acumulado, de ver morir gente por falta de medicinas, de ver cómo se va una generación entera del país, de sentir impotencia frente a una dictadura que destruye vidas con total impunidad. A nivel personal, es un grito que llevaba años dentro de mí, como venezolano y como ser humano. Pero también es colectivo: recoge el clamor de millones que han sido silenciados, reprimidos o forzados a huir. Es una forma de decir: ‘Aquí estamos, seguimos de pie y no vamos a callar’. El título duele, porque la realidad duele más.”

  1. El álbum incluye temas como “Crisisdosis” y “Muerto en Vida”. ¿Cómo describirías la evolución sonora y emocional del disco completo desde esos primeros temas hasta “Naguará Venezuela”?

“‘Crisisdosis’ y ‘Muerto en Vida’ fueron como las primeras señales de alerta: canciones que nacieron del colapso interno, de esa mezcla de ansiedad, rabia y agotamiento que produce vivir o recordar la Venezuela que duele. Son sonidos densos, casi claustrofóbicos, con mucha electrónica áspera, sintetizadores tensos y letras que no buscan adornar nada. A partir de ahí, el álbum va mutando emocionalmente: pasa de la desesperanza al enfrentamiento directo con ‘Odio’ y ‘No Soporto Esto Más’, que son canciones de ruptura total.

Pero luego, en los últimos tracks, hay una transformación. ‘Fuera Dictador’ es un grito de batalla, más colectivo, mientras que ‘Venezuela Resiste’ y ‘Naguará Venezuela’ traen una energía distinta: no niegan la tragedia, pero la enfrentan con identidad, orgullo y fuerza. Son temas que cierran el álbum diciendo: ‘Nos han querido aplastar, pero seguimos aquí’. Sonoramente, el disco empieza en la oscuridad y termina con un latido más luminoso, con bases rítmicas más abiertas y melodías que respiran esperanza.”

  1. Odio”, el tercer track, pareciera encapsular un grito contenido. ¿Este tema representa un punto de ruptura o de catarsis? ¿Cómo canalizas ese sentimiento sin perder el enfoque artístico?

“‘Odio’ es el núcleo emocional del álbum. Es ese momento en el que ya no puedes contener más la rabia y explota todo lo que has reprimido por años. No es una canción hecha para sonar bonita; está pensada para doler, para sacudir. El track tiene capas de distorsión, gritos ahogados, porque quería que el oyente sintiera lo mismo que siente un pueblo cuando se le cierran todas las salidas.

Definitivamente representa una ruptura. Es el punto donde dejo de cantar desde la tristeza y comienzo a hablar desde la confrontación. Pero aunque es visceral, no es descontrolado. La catarsis es real, pero hay estructura: cada palabra, cada efecto sonoro está allí por una razón. Canalizar ese odio en arte fue un acto de equilibrio. Si lo dejaba escapar sin forma, se volvía ruido. Si lo reprimía demasiado, perdía autenticidad. Encontré el punto justo donde el dolor se convierte en discurso.”

  1. En “No soporto esto más”, hay una carga emocional abrumadora. ¿Fue este el tema más difícil de escribir? ¿En qué momento supiste que esa canción debía formar parte del álbum?

“Sí, ‘No soporto esto más’ fue, sin duda, el tema más difícil de escribir emocionalmente. No por falta de ideas, sino porque cada verso era como abrir una herida que todavía estaba sangrando. Es una canción que escribí en un momento de colapso total: no podía más con las noticias, con la nostalgia, con la impotencia de ver cómo se desmorona todo lo que uno ama. No quería hacer poesía, quería ser brutalmente honesto.

Lo supe desde el primer borrador: esa canción tenía que estar en el álbum. Porque representa a esos jóvenes venezolanos que fueron asesinados en las protestas del 2014 y 2017 por luchar por su país y querer un cambio, ellos son unos valientes héroes que debemos recordar por siempre. No quería que sonara ‘perfecto’, sino real”.

  1. En lo sonoro, mezclas pop electrónico con samples de protestas reales, efectos distorsionados y silencios estratégicos. ¿Qué elementos técnicos usaste intencionalmente para representar el colapso y la rabia?

“Para mí, cada sonido tenía que ser parte del mensaje. El colapso no se dice, se siente, y por eso trabajé con capas sonoras que generaran incomodidad, tensión y desasosiego. Usé samples reales de protestas en Venezuela—gritos, cacerolas, disparos al aire, sirenas—que integré como parte del ritmo o los fondos. Quería que el oyente se sintiera en la calle, en medio del caos, no solo como espectador, sino como protagonista.

También jugué mucho con la Inteligencia Artificial, voces saturadas, sintetizadores rotos, beats que se interrumpen o se cortan de forma abrupta. Todo eso representa el colapso: no hay continuidad, no hay armonía, hay quiebre constante. Los silencios estratégicos son igual de importantes; funcionan como pausas de asfixia, como esos momentos en los que uno se queda sin palabras o sin aire de tanto dolor.

El pop electrónico fue mi base porque es el lenguaje que mejor manejo, pero lo deformé, lo llevé al límite. No quería beats limpios ni coros perfectos. Quería que sonara como suena un país cuando lo desangran: distorsionado, fracturado, pero todavía con ritmo, porque aún late.”

  1. Fuera Dictador” es probablemente el tema más explícitamente político del álbum. ¿Temiste por la censura o las repercusiones personales al escribir una canción tan directa?

“La verdad, sí lo pensé. No por miedo a expresarme, sino por la magnitud de lo que implica decir ‘Fuera Dictador’ en voz alta y en forma de canción. Sabía que podía cerrar puertas, generar ataques, o hasta ponerme en peligro si estuviera dentro del país. Pero también entendí que si no lo hacía yo, ¿quién? Esa canción no es solo una consigna: es un acto de desobediencia artística y una declaración de principios.

No me interesa maquillar el mensaje ni disfrazar lo que vivimos. Hay demasiados silencios impuestos en Venezuela, y el arte tiene la responsabilidad de romperlos. Escribir ‘Fuera Dictador’ fue como liberar todo ese coraje que acumulamos los que hemos visto morir la democracia en tiempo real. Y aunque sabía que habría consecuencias, también sabía que el silencio cuesta más.

Además, no estoy solo. Esa canción es el eco de millones que gritan lo mismo desde hace años. Yo solo lo transformé en música, para que resuene más fuerte, más lejos y más claro.”

  1. A lo largo del disco hay una narrativa de opresión, pero también de resistencia. ¿Cómo lograste equilibrar el dolor con la esperanza, especialmente en temas como “Venezuela Resiste”?

“Ese equilibrio fue uno de los mayores retos creativos del álbum. Yo no quería hacer un disco que solo dejara a la gente destruida emocionalmente. Quería reflejar la verdad, sí, pero también dar una chispa, una llama que diga: ‘Aún no estamos vencidos’. ‘Venezuela Resiste’ fue la canción que me permitió canalizar esa idea. Después de tanta rabia, tanto colapso y tanta denuncia en los temas anteriores, necesitaba abrir una ventana hacia la fuerza que nos mantiene en pie.

Musicalmente, esa canción tiene más luz: los acordes son más abiertos, los coros tienen más aire y hay una percusión más tribal, más orgánica. Usé sonidos inspirados en lo autóctono, pero mezclados con mi estilo electrónico, para conectar con nuestras raíces sin dejar de mirar al futuro. La letra es afirmativa, casi como un mantra, porque necesitábamos recordarnos que seguimos resistiendo, dentro y fuera del país.

El equilibrio vino de entender que la resistencia es una forma de esperanza. No se trata de ignorar el dolor, sino de transformarlo en impulso. Ese mensaje lo quise dejar claro antes de cerrar el álbum.”

  1. Naguará Venezuela” cierra el álbum con un tono distinto, más identitario. ¿Es un homenaje a tu tierra natal? ¿Cómo se conectan sus versos con el resto del álbum?

“Totalmente. ‘Naguará Venezuela’ es un homenaje a mi tierra, a mi ciudad Barquisimeto, al acento, a las frases que nos identifican y que seguimos usando, aunque vivamos lejos. Después de toda la rabia, la angustia y el grito político del álbum, necesitaba terminar con algo que recordara por qué todo esto importa. Porque no se lucha solo contra algo, sino por algo. Y ese algo es Venezuela, su gente, su cultura, su belleza, incluso en medio del desastre.

Esa canción es como volver a casa después de una guerra emocional. Es más colorida, más cálida, pero no ingenua. Habla de nuestra esencia, de lo que nos une, aunque estemos rotos. Los versos conectan con el resto del álbum porque reafirman que, a pesar de todo, no hemos perdido el orgullo de ser quienes somos. ‘Naguará’ es una expresión que usamos con fuerza, con cariño, con identidad, y por eso la elegí como cierre. Es mi manera de decir: ‘Aquí estamos, y seguimos siendo Venezuela en cada palabra, en cada canción, en cada latido’.”

  1. Este proyecto no solo es musical, también es político y social. ¿Crees que el arte puede tener un impacto real en los procesos de cambio? ¿Has visto efectos concretos de tus canciones en tu comunidad o en la diáspora?

“Sí, absolutamente lo creo. El arte tiene una fuerza que va más allá del entretenimiento: puede mover emociones, crear conciencia, unir voces. A veces una canción dice más que un discurso, porque llega directo al corazón, sin filtros.

No tengo un cargo político ni un ejército. Tengo una convicción. Si una canción puede incomodar a un régimen y a la vez consolar a un exiliado, entonces ya estamos haciendo algo poderoso.”

  1. Finalmente, ¿cómo sueñas que sea Venezuela el día en que ya no se necesite un álbum como “Odio a Maduro”? ¿Y qué papel te gustaría seguir desempeñando tú como voz artística y activista en ese futuro?

“Yo sueño con una Venezuela donde podamos cantar sobre amor, paisajes, alegrías… y no sobre sobrevivir. Una Venezuela libre, democrática, donde nadie tema expresar lo que piensa, donde los jóvenes no tengan que huir para tener futuro. Un país donde el arte florezca por placer, no por necesidad de denuncia. El día que ya no se necesite un álbum como ‘Odio a Maduro’, será porque vencimos al miedo, porque recuperamos nuestra dignidad y porque la historia oscura quedó atrás.

Pero incluso en esa Venezuela soñada, quiero seguir usando mi voz. No desde el dolor, sino desde la construcción. Me gustaría seguir componiendo, produciendo, inspirando a otros a no callarse nunca más. Seguiré siendo un puente entre el arte y la verdad, porque, aunque cambien los contextos, la música seguirá siendo mi herramienta para tocar conciencias y defender lo que creo justo. Ese será siempre mi papel: el de una persona que no olvida de dónde viene y que no deja de soñar con el país que merecemos.”

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